El Rincón del Nómada

El Rincón del Nómada
La libre soledad del ermitaño es el terreno más fértil para que germine y florezca la creatividad. (Foto propia, 2014. Isleta del Moro, Almería)

jueves, 15 de marzo de 2018

El día que fui de doble entierro

Mirada metafórica, paseando entre reflexiones

Nunca había pensado que llegaría un día en el que me encontraría en el funeral y posterior entierro simultáneo de dos fieles amigas que me habían acompañado casi toda mi vida.

Hoy lloro desconsolado su pérdida irreparable e insustituible. Se me han muerto mis queridas Esperanza y Confianza. Dos hermanas, amadas compañeras que, en los últimos años de mi vida, no habían dejado de animar mi soledad, llenándola de luz, calor y color. Falleció Confianza, y Esperanza no pudo resistir su ausencia, siguiéndola en su viaje a la extinción.

Es cierto que anteriormente ambas habían sufrido dolencias y achaques e, incluso, alguna herida accidental de diversa gravedad, pero siempre habían conservado la suficiente salud como para recuperarse y continuar a mi lado aportándome la fuerza, ilusión, energía y apoyo que todos necesitamos en muchos momentos... o siempre, al menos yo.

Hoy me faltan y duele su ausencia. Han quedado sepultadas cuando más las necesitaba. Yacen en mis más profundos recuerdos y una fría lápida las cubre en la oscura fosa en la que han desaparecido. No me consuelan los bellos epitafios que adornan la losa. Son sólo palabras sin contenido que, aunque las dicte la sinceridad, se enfrían como el mármol en el que están grabadas... Y enfrían aún más mi alma, congelando las lágrimas que hieren la mirada como afiladas y gélidas cuchillas.

Ya no existe ni está conmigo la Esperanza en que la ley sea legítima y justa, además de supuestamente legal. Me equivoqué con una seguridad injustificada. Tampoco me queda ni rastro de Confianza en el género humano que ha olvidado y rechaza el amor por el prójimo distante y, lo que es peor, por el cercano. No queda un ápice de credibilidad en las dulces palabras que alimentaban mi Confianza y hacían crecer mi Esperanza.

Ya tampoco existen siquiera aquellas palabras... Hablaban de amor, de deseo, de futuro lleno de risas y alegría, de felicidad compartida, creando hermosa Confianza. Finalmente han sido siembra de dolor, engañando y dañando a una frágil Esperanza, con inestable mantenimiento de la salud, por las esfumadas y agostadas cosechas inviables, perdidas bajo la fría y dura costra de hielo de las nieves congeladas.

Ahora, caducada, se deteriora en la despensa la nutritiva reciprocidad que las hermanas muertas ya no necesitan ni saborean y, por ello, no requiere reposición. Otras prioridades requieren más atención y dedicación. Y lo peor es que lo entiendo, porque, en buena medida, me siento responsable... y ello me priva del magro, miserable y falaz consuelo de la queja victimista o el reproche.

Solo resta asumir el dolor de la irreparable pérdida y evitar que el sufrimiento se perpetúe, aprendiendo la lección recibida en la experiencia.

Descansen en paz mis amadas e insustituibles compañeras del alma, hasta que la mía se reúna de nuevo con ellas.

FRM [15/03/2018]

2 comentarios:

  1. Amigo Francisco: Algo tan prosaico como la muerte, tú la has convertido en paradigma, llamando a tus hermanas Confianza y Esperanza. Abrazo

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